Se detuvo frente al espejo, se miró, y éste, imperturbable, no le devolvió el reflejo.
Comenzó a gesticular, a brincar, a gritar, y nada.
Estaba solo.
Tan alejado del mundo que lo circundaba, que ni siquiera el espejo le brindaba etérea compañía.
aadolfocanals@educ.ar
Estaba solo.
Tan alejado del mundo que lo circundaba, que ni siquiera el espejo le brindaba etérea compañía.
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