viernes, 9 de mayo de 2008

Tras ella.


Otra vez había que empezar de nuevo, como si no hubiera dado trabajo llegar hasta allí, como si las cosas resultaran sencillas, como si se jactase de mi , otra vez estaba frente a ella y la cosa esa mal dibujada mandaba borra todo, hasta dar con ese punto que se había saltado.

Estaba mirándola de reojo.

El tiempo se me había detenido en ese trajinar de sentires y formas alucinantes.

La tarde se anunciaba más triste que de costumbre y sin prisa alguna destejía por enésima vez esas tramas retorcidas de ideas, agotada de tanto ir y venir sin pausa.

Ella seguía allí porque le faltaban patas, sino hubiera salido corriendo desesperada de tanto ser obligada a girar y saltar en el espacio. Presa y amordazada se dejó mutar hasta el cansancio.

Yo hubiera querido gritar, decirle que la necesitaba, que me faltaban sus palabras, su mirada, su espacio, pero solo necesitaba encontrarle sentido a esos puntos chuecos, de dar forma a eso que armaba y desarmaba una y otra vez.

Me levanté y caminé hasta la ventana -esta noche va a llover- pensé, incluso casi comento este pensamiento mío y me callé. -Si ya entramos a hablar del tiempo está todo perdido- recuerdo que también me dije.

Y sin mas nada que una sensación de haberme caído por un precipicio interminable. Yo estaba leyendo casi de memoria un borrador de ella y compartimos el silencio de la tarde que se iba escondiendo entre los techos de tejas rendidos al musgo.

El llamador de ángeles que por suerte siguió sonando suavecito, de modo que el silencio se rompía cada tanto y en uno de esos no silencios, llegó ella.

Bien pasemos a lo que sigue… otra idea, y lograré aquella teoría.

Adolfocanals@educ.ar

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