miércoles, 18 de junio de 2008

Dudó...


Por fin.
La desconocida subía siempre en aquella parada.
“Amplia sonrisa, caderas anchas… una madre excelente para mis hijos”,
pensó.
La saludó; ella respondió y retomó su lectura: culta, moderna.
Él se puso de mal humor: era muy conservador.
¿Por qué respondía a su saludo?
Ni siquiera lo conocía.
Dudó.
Ella bajó.
Se sintió divorciado: "¿Y los niños, con quién van a quedarse?"

adolfocanals@educ.ar

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