Hoy llueve violentamente; furiosas caen las gotas sobre el sucio pavimento oscuro, furiosas. Se precipitan como queriendo perforar la ciudad, la rutina, como queriendo empalagar esta tarde vacía.
El cielo parece desvanecer hoy y alguna nostalgia pretende pintarse en la memoria. Dejo que me abrace esa melancolía, dejo que me acaricie la distancia dulcemente, tristemente; pero me roza solamente y se va, se desvanece, se evapora en el olvido apenas aparece.
Me hipnotizo con el golpeteo de esas gotas que salpican y dibujan un borroso vaho sobre la pista. Yo las miro caer desde el lobby del edificio, a través de las puertas de vidrio; y quisiera ser una gota enfurecida precipitándome sobre la tierra, quisiera ser todas las gotas violentándome contra el asqueroso plomo de las calles, contra los cementos inmundos, violentándome aunque sea sólo violentándome.
Es la primera lluvia de este otoño húmedo, es el primer aguacero que tanto he esperado, pero aún así no puedo. Quiero salir a empaparme en esas grandes y gruesas chispas de agua, quiero bañarme en su arrebato, contagiarme de su cólera cristalina, pero tampoco puedo.
Se escapa un suspiro desabrido, un suspiro insípido e imperceptible que sería un tibio aire suspendido y visible enfriándose allá afuera; pero aquí no se ve, aquí adentro no se ve, no se oye de pronto nada.
No puedo aunque el hechizo de esta lluvia me intoxique, no puedo aunque los murmullos de las gotas me ericen cada uno de los átomos en la piel.
No puedo porque hoy llueve violentamente, enfurecidamente y no soy agua, ni furia, ni siquiera nostalgia en una tarde gris y borrascosa; sólo un montón de células sin fuerzas, sin alma, sin ganas; sólo un agujero ausente oxidándose en una tarde vacía y descosiéndose gradual y repentinamente de la vida.
Hoy no puedo…expresó el olvido.
adolfocanals@educ.ar
adolfocanals@educ.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario