
"...Nos abrazamos fuertemente y muy largo en la puerta que nos separaría, tal vez para siempre. Esa gran puerta que atravesaría para tomar su avión de regreso en el aeropuerto. Sentí que no podía despegarme de su pecho, y él me apretaba con la deseperación del adios. No dijimos nada por minutos, seguíamos igual, entrelazados como enredaderas...por fín le dije: "te extrañaré" y él me respondió en un español mal hablado: "cariño-abrazo" (se lo repetí tantas veces en esa semana que lo aprendió como niño sus primeras palabras).
Lo olí profundamente, quería quedarme con su aroma fresco y sabía que yá debía partir, que lástima mi memoria olfativa me juega una mala pasada...no logro recordar su aroma.
Que pena...pero es lo de menos...lo demás lo tengo a fuego pegado en mi pel y en mi memoria.
Una semana intensa, paseamos, comimos calugas sentados en una banqueta en el Cerro Santa Lucía, hablamos (más con señas que con palabras), nuestros idiomas son diferentes, pero no impidió que nuestros cuerpos hablaran mejor que nadie. Lo tomé de la mano y lo llevé a la playa, corrimos por la orilla del mar un atardecer hermoso, con el cielo lleno de nubes incrustadas de colores brillantes y cegadores.
Tomamos helado hasta quedar congelados. Nos miramos dulcemente por horas y sabiendo que llegaba el día de la partida nuestras miradas se iban haciendo cada vez más tristes.
Me despego de tí y tu me vuelves a abrazar fuertemente, me retienes unos minutos más y me apartas con suavidad de tu lado. Tomas tu maleta y un beso tierno nos despide para siempre. Cruzas la gran puerta y ya desde el otro lado, lejos, donde ya no te puedo tocar me dices con señas (que yo te había enseñado) TE QUIERO MUCHO...yo repito el gesto y desapareces tras los controles de pasajeros...
Creo que me quedé pegada al piso no sé cuanto tiempo, mis ojos se inundaban a cada momento, y tratando de contenerme me dolía la garganta de la pena, ya no lo pude hacer más y comenzé a llorar y a dar gracias por esa semana que me habían regalado después de 20 años de espera... Pensé lo triste que era cuando te quedas y el otro se vá...a pesar de lo que había nacido y que ese instante debía morir.
Solo cuando escuché el ruido del avión que partía y lo ví cruzar el cielo azul del mes de Abril, me dí cuenta que estaba aún pegada al piso...comencé a caminar a la salida...el aire me golpeó la cara y me volvió a la realidad, me despertó de aquél sueño...encendí un cigarro y caminé fumando dejando atrás el humo que se desvanecía con el viento"
Elisa, gracias por compartir en este espacio dos cuentos de tus sentires.
adolfocanals@educ.ar
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