miércoles, 11 de junio de 2008

Laberinto de espejos.

Desde pequeño le producía una extraña aversión, pero esta vez se aventuraría a entrar.
Nadie sabía que ésta sería su primera vez ni siquiera su novia que, alegremente y entre bromas, le había incitado a comprar los tickets.
Era casi la hora del cierre y en el parque de atracciones apenas quedaban visitantes así que el feriante les requirió que no se entretuviesen demasiado.
Tal como habían pactado, primero entraría ella y después él, que intentaría alcanzarla para llegar juntos a la salida.
Otra absurda excusa más para alargar lo inevitable.
En medio de su recorrido a tientas, pues cerrar los ojos era lo único que le hacía mantener la esperanza, un grito de horror cortó el silencio del interior de la sala central: su novia, que había retrocedido en el camino para sorprenderle, acababa de advertir que la imagen de su amado...

no se reflejaba en ninguno de los espejos...

adolfocanals@educ.ar

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