Planeta rojo.

Eran las 11 de la mañana y ya el reloj del cuadro de mandos marcaba 34ºC dentro de la sala de control. Se presentaba otro día imposible. "¿Cómo -se preguntaba Alan una y otra vez- había conseguido llegar el Ser Humano a esos extremos de adaptación al medio??. La Tencnología. Divino invento", susurró mentalmente.
El caso es que si dentro del edificio la temperatura se mantenía a 34ºC, es porque en la ciudad abovedada del exterior no debía hacer menos del doble. "Aún me queda media jornada laboral, no quiero pensar qué será de mí cuando salga de aquí camino a casa,,,¡¡maldito verano!! ¿cuándo acabará de una vez por todas?".
Las horas transcurrían lentas y agonizantes y Alan se deshacía en insultos continuos y exacerbados dirigidos a la Madre Naturaleza a la que hacía responsable de su mal de forma inconsciente pero amenazadora ...y es que el calor le ponía un humor de perros.
Alan seguía con su tarea y de vez en cuando miraba el reloj del cuadro de mandos "37ºC", "41ºC", "44ºC",,,"espero que este sea el pico de temperatura de hoy, por el bien de todos", acertó a decir justo cuando la sirena de salida le indicaba que acababa de terminar su jornada laboral. Impaciente como estaba de que llegara este deseado momento, recogió todos sus bártulos y se dispuso a colocarse el traje ignífugo termorregulable. Bajó corriendo las escaleras y de un salto se plantó frente a la puerta de salida, sin percatarse del leve tirón que le provocó el equipo de oxígeno al enganchársele con la barandilla. Pasó la biotarjeta de reconocimiento personal por el dispositivo de apertura y la puerta se abrió.
Un escenario al rojo, es lo último que vieron sus ojos antes de la autocombustión.
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“Estos habitantes de la Tierra,,,se creen dioses y no son más que un montón de carroña a la brasa...¿cuándo aprenderán que la adaptación es más que el desarrollo de lo que ellos llaman absurdamente “tecnología”?... ¡Yargh! ya puedes tirar de la plataforma, le tengo enganchado!!”,, y el camión de la Trash & Co se dirigió lentamente hacia el vertedero biológico más próximo, más allá de la ciudad abovedada.
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Para entonces, un Sol casi aberrante, acaparaba el horizonte infinito de rubí al otro lado de la cúpula protectora, reinando como dueño y señor...del Planeta Rojo.

adolfoanals@educ.ar