Quiso su tierra, su reino; donde vivir sin normas, sin horarios;
donde el tiempo viniera marcado tan sólo por los deseos.
Y creó su pequeño planeta.
Donde un grano de arena se convertía en suaves dunas de un inmenso desierto donde perderse.
Donde una flor, era la antesala de todo un vergel de color y olor, donde los sentidos se embriagaban.
Donde una gota de agua,
crecía en olas de ida y venida;
en un hermoso y balanceante mar donde bañarse.
Donde tener un rincón apartado para poder jugar sin romper ni dañar nada.
Jugar?
No se acordó al crear su propio planeta, de lo más importante...
alguien con quien compartirlo.
Ser dos... simplemente eso.
adolfocanals@educ.ar
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