La miro desde lejos y veo que se levanta del cómodo sillón
con sus clásicos movimientos gatunos.
Se despereza...
y con paso lento y sinuoso se acerca hacia mí ...
“- mi caramelo gordo”- le digo.
Siempre ha sido como un caramelito, gordita,
blanda, suave, esponjosa, perfumada, sedosa;
es tantas cosas confortables y queridas.
Es mi niña adorada, con sus ademanes suaves y delicados.
Ella vive en una nubecita color rosa, nada la toca,
Se eleva por los aires montada en su nube,
acaricia los pájaros y los sopla con aliento a menta fresca.
Su pelo castaño le cae por la espalda como torrencial lluvia.
Sus ojos son dos aceitunas, grandes, jugosas.
Me mira con dulzura y
su carita se ilumina cuando acaricio su piel de duraznillos peludos,
tan tierna y delicada.
Etérea, juguetona, ingeniosa; rosa pálida y olorosa;
frágil como la espuma,
parece que de repente se transforma en aire y luego en todo.
Llegaste a mí para perpetuarme
y para que mi paso por esta vida no haya sido en vano.
Quiero que te quedes así por siempre,
revoloteando a mi alrededor como una mariposa.
Elisa Golott (2005).

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