Beatriz
Abrázame,
en la inmensidad del universo,
en las galaxias con neutrinos,
a través de la voz de las mareas,
atrapado en la sombra de los días.
Abrázame,
en los volcanes de la Tierra,
en el magma primitivo de la Era Paleozoica.
Abrázame,
con dinosaurios y amebas,
entre anfibios y reptiles,
entre mamíferos y peces.
Abrázame,
a través de los pulsos siderales
de las estrellas de Eridanus
que bailan con satélites de Urano
la danza de las horas.
Abrázame
hasta sentir que tu alma llora
entre la lluvia de un pasado inextinguible
que ya se diluyó entre los océanos.
Abrázame
y toma de la mano a tu pequeña,
esa persona diminuta
que se quedó entre laberintos
de espejos usurpados a la niebla.
Abrázala
y cuéntale al oído que la quieres
que eres su árbol protector
que nunca es tarde en los abismos de la noche
que te lamentas de perderla entre la bruma.
Abrázala
y recupera esos instantes del ayer
que se quedaron enjaulados
entre medusas seducidas por el pánico,
en corredores de la muerte entre los hielos...
y siente que la vida es un instante
entre latidos de la piel
sin geografía,
hacia la luz de los reencuentros anidados
entre los ángeles que cuidan a los niños.
Abrázala,
mientras tu mundo se hace dúctil en su mundo
y las fronteras se disuelven...
Ana Muela Sopeña
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