miércoles, 19 de noviembre de 2008

Estallido observado en el agujero negro de la Vía Láctea.

Esta es una imagen de color compuesto de la región central de la Vía Láctea, aproximadamente a 26 000 años luz de la Tierra. Las nubes gigantes de gas y polvo se muestran en azul, tal y como las detectó el instrumento LABOCA del telescopio del Experimento Explorador de Atacama (APEX) en longitudes de onda submilimétrica (870 micras). La imagen también contiene datos del infrarrojo cercano procedentes del proycto 2MASS en la banda K (en rojo), banda H (en verde), y banda J (en azul). La imagen muestra una región aproximada de 100 años luz de diámetro.

Un estallido en el agujero negro del centro de nuestra galaxia de la Vía Láctea generó material que se alarga conforme orbita cerca del gigante gravitatorio.

Nuevas observaciones realizadas desde dos telescopios proporcionan una mejor visión de lo que está sucediendo allí.

Aunque los agujeros negros no pueden verse, el material que gira a su alrededor está supercalentado, emitiendo radiación que puede observarse. Aunque el agujero negro de la Vía Láctea no está entre los más activos del universo, es propenso a las llamaradas.

Un equipo de astrónomos europeos y estadounidenses usaron el Telescopio Muy Grande (VLT) de ESO y el telescopio del Experimento Explorador de Atacama (APEX), ambos en Chile, para estudiar la luz del agujero negro, llamado Sagittarius A*, en longitudes de onda infrarrojas y las más largas submilimétricas respectivamente.

Esta es la primera vez que los astrónomos han registrado un estallido con estos telescopios de forma simultánea.

“Observaciones como esta, a lo largo de un amplio rango de longitudes de onda, son realmente el único camino para comprender lo que están pasando cerca del agujero negro”, dijo Andreas Eckart de la Universidad de Colonia, que lideró el equipo.

Sagittarius A* está aproximadamente a 26 000 años luz de distancia. Es un agujero negro supermasivo con una masa de aproximadamente 4000 millones de veces la masa de nuestro Sol. La mayoría, si no todas, las galaxias se cree que tienen un agujero negro supermasivo en su centro.

“Sagittarius A* es único, debido a que es el más cercano de estos monstruosos agujeros negros, el cual yace en nuestra propia galaxia”, dijo el miembro del equipo Frederick K. Baganoff del MIT. “Sólo por este objeto pueden nuestro telescopios actuales detectar estas llamaradas relativamente débiles de material orbitando justo fuera del horizonte de eventos”.

La emisión de Sagittarius A* se cree que procede de gas arrojado por estrellas, las cuales orbitan y caen hacia el agujero negro.

Los investigadores detectaron emisiones infrarrojas violentamente variables, con cuatro llamaradas principales a lo largo de un periodo de seis horas. Los resultados en longitud de onda submilimétrica demostraron que las llamaradas comenzaron más de una hora después de las llamaradas infrarrojas.

Los investigadores explican que este tiempo de retardo está probablemente causado por la rápida expansión, a velocidades de aproximadamente 5 millones de kilómetros por hora, de las nubes de gas que emiten las llamaradas. Esta expansión provoca cambios en el carácter de la emisión a lo largo del tiempo.

El material se movía a sólo un 0,5 por ciento de la velocidad de la luz. Para escapar de la potentísima gravedad tan cerca del agujero negro, el gas tendría que viajar a la mitad de la velocidad de la luz — 100 veces más rápido de lo detectado –- y por tanto los investigadores creen que el gas no puede estar fluyendo hacia fuera en un chorro. En lugar de esto, sospechan que un cúmulo de gas que orbita cerca del agujero negro se está estirando, como una rosquilla en un tazón de mezclas, y esto está provocando la expansión.

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