Todo puede llegar por los caminos
que apenas sospechamos.
Todo puede llegar de dentro, sin palabras
o desde fuera, ardiendo
y romperse en nosotros, inesperadamente,
o crecer, como crecen ciertas dichas,
sin que nadie lo escuche.
Y todo puede un día abrirse en nuestras manos
con risueña sorpresa
o con sorpresa desarmada, desnuda,
con lo extraño de quien se ve de pronto
cara a cara a un espejo y se reconoce.
Y es así.
Todo puede llegar de la manera
más increíblemente avizorada,
más raramente lejos
y no llegar llegando y no marcharse
cuando ha quedado atrás y se lo espera.
Y hay,
para ese encuentro que guardar jazmines,
un poco de miel dulce,
y guiar los ojos para verlo.
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