
de la rosa sagrada.
Jeroglíficos llenos de silencio
me hablan desde la bruma de los días.
Un instante de sal sobre la herida
me dirige a la cueva del secreto,
donde nacen las sílabas del mundo
con letras subterráneas de ebriedad.
El lenguaje es aliado del deseo,
nos permite soñar entre sonidos
y símbolos que invocan la luz cuántica.
La poesía es madre primordial,
me acoge en su regazo con sus pétalos
de belleza serena y melancólica.
Ana Muela Sopeña
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