
Cansada del protocolo,
Ella se escapó del palacio por la puerta de servicio.
Era de noche.
Caminó hacia el río.
Lo encontró en una calle estrecha y empedrada.
Alto, misterioso, llevaba un maletín oscuro.
La saludó: en sus labios se dibujaba una extraña sonrisa.
Sus anchas manos la acariciaron. Temblaba.
Luego la soltó y se alejó unos pasos.
—Debo irme, princesa.
—¡Tu nombre! Quiero volverte a ver.
—Me llamaban Jack y regresaré por ti.
Te buscaré en París, alguna noche, en el puente Alma.
Luego, se alejó calle abajo.
Hasta que se volvieron a ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario