martes, 17 de febrero de 2009

Y así fue ...

La historia del cántaro y la fuente


De tanto ir el cántaro a la fuente, acabaron por enamorarse.
 Cada día, el cántaro más se llenaba de amor y, por consiguiente, menos de agua.
 Su dueña, harta de tanto viaje para llevar a casa la misma agua
 que antes en un ir y venir trasegaba,
 terminó por montar en cólera y estrelló el cántaro contra un muro.

De las potables lágrimas de la enamorada nacería una oda hermosísima y triste
 que aún cantan cada mañana las fuentes de todo el país,
 para solaz de sus habitantes. 

Sólo las personas, que tan poco tiempo tienen para escuchar a las fuentes, 
han olvidado esta historia.
 
Apenas conservan de ella la expresión “amor destrozado” y un refrán, 
siempre más práctico de usar según conveniencia.

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