martes, 10 de febrero de 2009

Soledad...


Aquí las tardes pasan con una lentitud insondable. Minutos que se estiran en un reloj negro que esta pegado en la pared. Una maquina de café, otra de golosinas. Azúcar que actúa como combustible y disipador de penas y angustias. Trabajo para olvidar el hogar, trabajo para seguir trabajando, trabajo para el trabajo y al final ya nadie sabe en que trabaja. Aquí suele suceder.
La aguja apunta el cinco y apago todo. Hay quienes me observan disimuladamente, ya no me hacen preguntas, hace mucho que dejaron de hacerlo. Salgo del edificio y el frío me golpea el rostro y los pulmones. Me gusta caminar cuando hace frío. Niños con guantes me miran y sonríen, sus ojos tienen un brillo de esperanza que enternece el corazón. Atrás han quedado los ojos tristes y cansados de ver tanta sangre.

Cruzo la avenida y entro a un café. Busco la mesa mas alejada de la sección de no fumadores y saco un cuaderno. No hace mucho que comencé a escribir en un cuaderno, bueno, dejé de hacerlo al salir de la universidad, ahora lo estoy retomando. Paso las hojas como retomando algunos recuerdos y escucho una voz familiar. Es la mesera de cabello castaño y sonrisa tierna. Es extranjera igual que yo, por eso la miro con cierta familiaridad. Hola, por tu sonrisa veo que lo pasaste muy bien en tu país, le digo. Sé que hace poco estuvo de vacaciones y viajó a su país natal donde la esperan un novio que la adora y un perro enorme al que llama hijito. Pues si, me lo pasé muy bien, ¿y tú cuándo regresas al tuyo? Eso no lo sé, le respondo, pero tu alegría es tanta que me invade un poco y eso es suficiente. 
¿Te casas este año verdad? Si, ya faltan unos meses y regreso allá para casarme. Entonces sus ojos viajan muy lejos, cruzando el océano, su voz retoma el sonido que tenía hace pocos días y nuevamente es feliz. Habla de su novio, de la playa a la que siempre van, de sus amigos, de la comida, del sol, de las fotos, del perro juguetón. Habla de su vida y esta desfila ante mis ojos con mil colores de ilusión y sueños que esperan hacerse realidad.

Han pasado unas horas y estoy de regreso en casa. Una casa vacía que me espera tal como la dejé en la mañana. Caliento una cena prefabricada, veo algunas fotos y por un instante me siento en casa. Antes de dormir recuerdo las cosas que me contaba la mesera de sonrisa tierna y sonrío. Espero que su felicidad me acompañe mientras duermo.

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