
Aquellos nombres
Primero fueron las piedras,
en ellas se grabó a fuego el nombre de los monstruos.
Luego las piedras se hundieron en el mar,
no nacieron peces en muchos años,
y los pueblos cercanos tuvieron que marchar.
Con el tiempo, la tierra giró y se agrietó, crecieron montañas, murieron civilizaciones.
En cada grano de arena de las playas, fragmentos de aquellos nombres siguen escritos, como partes ínfimas de un rompecabezas gigantesco.
El agua y el viento mueven la arena, no se cansan de buscar combinaciones,
y cuando compongan los nombres ya no habrá más agua,
ni más viento, ni más palabras.
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