Y a pesar de no parar de moverse cree estar muy malherido
volando bajo por alguna calle de Buenos Aires,
respirando a la mañana con dificultad de cigarro las penas almacenadas
junto a los gorriones,
hilvanando los acordes de alguna sucia canción
y siempre sospechándola cerca para encontrarla jugando a la sorpresa
como a una caricia del viento,
una bolsa de pan viejo o una galletita dulce que pronto acabara de caerse
de la mano de aquel niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario