
Cerré la puerta temprano, le di doble vuelta a la llave.
Y salí.
Escape del domingo que me preparaba desayuno.
Afuera todo parece menos abrumador.
Afuera soy uno más que camina creyendo saber donde va.
Soy ese que finge ante la moza del café que disfruto de una mesa para uno.
Las aceras son un buen lugar para los perdidos, son solidarias
y hacen de sus adoquines senderos sin marcar.
Pero aunque le haga los desprecios más inmensos a este día,
hay domingo a imágenes llenas.
Domingo, escape tanto como pude de ese dormir hasta tarde,
quedarme entre las paredes tan calladas solo me recordarían
que ya no tendría mas migas entre sabanas,
ni el diario desparramado una hoja en cada cuarto,
escape para no ver como echa rices tu ausencia.
De lo que no me di cuenta que esté día va conmigo a cuestas
y no puedo ocultarme ni perderme de él doblando alguna esquina.
Es algo común supongo dar estos manotazos de ahogado,
creer que alejándose unas horas o unos metros algo se detendrá,
nada se detiene porque no hay manera de escapar por esa razón
tan simple que es que del cuerpo y sus memorias no hay forma de abrir la puerta.
el cuerpo da vueltas ciegas sobre lo mismo aunque salgas temprano y
escapes de un domingo temprano y le des doble vuelta a la llave.
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