martes, 12 de mayo de 2009

CIenCIaS ...



El libre albedrío, o al menos el lugar donde decidimos los actos, está situado en la parte del cerebro conocida como córtex parietal, según sugiere una nueva investigación.

Cuando un neurocirujano estimuló eléctricamente esta región en pacientes que sufrían una intervención quirúrgica, sintieron un deseo de, digamos, mover un dedo, enrollar la lengua o mover un miembro. Pulsos eléctricos más fuertes convencieron a los pacientes de que ha habían realizado esos movimientos, aunque sus cuerpos permanecía inmóviles.

“Lo que esto nos dice es que existen regiones específicas del cerebro que están implicadas en la consciencia de tu movimiento”, dice Angela Sirigu, neurocientífica en el Centro de Neurociencia Cognitiva (CNRS) en Bron, Francia, que lideró el estudio.

Estimulación cerebral

El equipo de Sirigu, incluyendo al neurocirujano Carmine Mottolese, llevó a cabo los experimentos en siete pacientes que sufrieron cirugía cerebral para eliminar tumores.

En todos menos en un caso, los cánceres se localizaban lejos del córtex parietal y otras áreas que estimuló Mottolese. El tumor de un paciente se situaba cerca del córtex parietal, pero no interfería con los experimentos, dijo Sirigu.

Y debido a que los pacientes estaban despiertos durante la interveción, podrían contestar preguntas.

“¿Se ha movido?”, preguntó un investigador a un hombre de 76 años tras estimular ligeramente su córtex parietal.

“No. Pero tengo ganas de enrollar la lengua en mi boca”, contestó.

Tras un pulso más fuerte en el córtex parietal de un hombre de 42 años exclamó: “Mi mano, mi mano se ha movido”. El equipo de Sirigu no vi signos de movimiento.

Bucle de acción

El equipo de Sirigu también descubrió que estimulando otra área cerebral – el córtex premotor – se provocaban movimientos involuntarios e inconscientes en los mismos pacientes.

El trabajo del equipo apunta a que dos áreas del cerebro están implicadas en la decisión de mover un miembro y ejecutar la acción. Sirigu especula que el córtex parietal hace predicciones sobre movimientos futuros y envía instrucciones al córtex premotor, el cual retorna la salida del movimiento al córtex parietal.

En la vida cotidiana, dependemos de ambas regiones del cerebro para movernos, dice. “Necesitas ambos sistemas, el córtex parietal y premotor para generar intención y comprobar si es continuado”.

Innovador

Patrick Haggard, neurocientífico del University College de Londres, dice que el experimento es innovador debido a que señala la voluntad en un área específica del cerebro, permitiendo a los científicos controlarla experimentalmente.

“Esto es extremadamente interesante, debido a que hasta ahora ha sido muy difícil para los neurocientíficos tratar con la idea de intenciones, deseos o voluntad”, comenta.

No obstante, Haggard dice que nadie debería sorprenderse de que la experiencia de la voluntad puede estar vinculada a áreas específicas del cerebro. “No puedo pensar de ninguna forma que se pueda tener una experiencia consciente aparte de ser el resultado de neuronas disparándose en tu cerebro”.


Revista de referencia: Science (DOI: 10.1126/science.1169896)



¿Los viejos genes pueden aprender nuevos trucos?

Machos de Onthophagus taurus. Un nuevo estudio sugiere que varios genes
 implicados en crear las patas y antenas fueron seleccionados para
 hacer los cuernos de los escarabajos. 
Los cuernos son un rasgos uevo que es único en los escarabajos cornudos. 
Crédito: Alex Wild

¿Pueden adquirir nuevas funciones los genes fundamentales? Un nuevo estudio en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences por parte del biólogo de la Universidad de Indiana en Bloomington, Armin Moczek, y de la investigadora asociada Debra Rose informa que dos antiguos genes fueron “invitados” a ayudar a construir un nuevo rasgo en los escarabajos – las elaboradas astas que le dan al escarabajo cornudo su nombre. Los genes, distal-less y homotórax, tocan la mayor parte de los aspectos del desarrollo larval del insecto, y por tanto se han considerado fuera de los límites de la evolución de nuevos rasgos.

En las dos especies estudiadas de escarabajo cornudo por Moczek y Rose, las secuencias genéticas de distal-less y homotórax eran apenas distintos, lo que sugiere que los dos genes han mantenido sus identidades únicas debido a que la presión selectiva no ha cambiado. Lo que ha cambiado no era los propios genes, sino cuándo y dónde se activan.

“Los biólogos evolutivos tienen una buena idea de lo que se necesita para cambiar la forma de un ala, la longitud de una pierna, o la anatomía de un ojo”, dijo Moczek. “Con lo que hemos tenido problemas, no obstante, es cómo se originaron estos rasgos en primer término. ¿Cómo evoluciona esa primera ala, miembro o fotorreceptor, a partir de un ancestro no volador, sin miembros y ciego?”

Para investigar estas cuestiones, Moczek y Rose examinaron tres genes de desarrollo que son tan antiguos que todos los insectos los tienen: El distal-less, el homotórax y un tercero, el dachshund. Los genes fueron primero caracterizados en las moscas de la fruta, y están categorizados como genes regulatorios “de flujo hacia arriba” debido a que influyen en una amplia variedad de procesos genéticos en las células de los insectos, tales como el desarrollo de patas, antenas y alas. Moczek dijo que en los escarabajos cornudos, cada uno de los tres genes es probable que tenga de cientos a miles de objetivos en su fin.

Un consenso poco claro entre los biólogos evolutivos era que tales genes – sobre los cuales dependen tantos procesos importantes y diferentes – no podían ser modificados fácilmente, debido a que cualquier modificación afectaría aspectos del desarrollo del insecto, cualquiera de los cuales podría ser perjudicial para el insecto individual, reduciendo su aptitud respecto a sus compañeros.

El artículo de PNAS de Moczek y Rose confirma un aspecto de esta idea. Los tres genes fueron secuenciados y se encontró que estaban muy bien conservados, o sin cambios, no sólo entre cada especie concreta de escarabajo que examinaron, sino también entre las dos especies, Onthophagus taurus (Italia) y Onthophagus binodis (Sudáfrica), cuyos linajes divergieron hace aproximadamente 24 millones de años. Pero esa no es toda la historia.

Para comprender los efectos de los tres genes en el desarrollo del escarabajo cornudo, Moczek y Rose emplearon una nueva y prometedora técnica, la interferencia de ARN, la cual desactiva la acción de genes específicos sin comprometer otros procesos genéticos. Los humanos sólo están imitando la naturaleza al hacer esto; la interferencia de ARN también es un método natural de regulación genética en eucariotas.

Moczek y Rose dividieron las larvas de escarabajo de ambas especies en tres grupos de tratamiento: sin inyección, con inyección de tampón con ARN sin sentido e inyección de tampón con transcripciones de interferencia de ARN diseñadas para interrumpir uno de los tres genes de desarrollo claves.

Moczek y Rose vieron que dos de los tres genes, el distal-less y homotórax, son usados por ambos O. Taurus y O. Binodis en el desarrollo de los cuernos de los escarabajos. Aunque se encontró que distal-less afectaba tanto al desarrollo de los cuernos del tórax (que se forman justo bajo la cabeza) y los cuernos de la cabeza, se encontró que homotórax sólo influía en el desarrollo de los cuernos del tórax. El gen dachshund parece no tener efecto alguno en el desarrollo de cuernos en ninguna de las especies.

“La evolución de nuevos rasgos no requiere la evolución de nuevos genes”, dijo Moczek. “Muchas innovaciones pueden surgir a partir de la caja de herramientas genética de los organismos”.

Más importante, Moczek y Rose supieron que todos los genes de desarrollo son candidatos para tal reclutamiento, no sólo los genes cuyas funciones de desarrollo se consideran no esenciales o limitadas en sus efectos.

Moczek también dice que el artículo de PNAS puede obligar a los biólogos evolutivos a revisitar la pleiotropía, el concepto base de un gen influyendo sobre muchos rasgos.

“Puede ser que nuestra comprensión de la pleiotropía sea demasiado simplista”, dijo Moczek. “Ahora que sabemos que los genes fundamentales de desarrollo pueden adquirir nuevas y diversas funciones con relativa facilidad, la pleiotropía puede no ser tan restrictiva como habíamos pensado”.

La investigación descrita en el artículo de PNAS fue patrocinada con fondos de la Fundación Nacional de Ciencia (IOS 0445661 y IOS 0718522).

No hay comentarios: