martes, 30 de junio de 2009

Fotografiando el Universo



El cometa 'Holmes'

El Sistema Solar está compuesto por una estrella, planetas, cientos de satélites, miles de asteroides y millones de cometas.
Estos últimos vienen de las gélidas profundidades del Sistema Solar para visitarnos de cuando en cuando.
Al hacerlo, su hielo se convierte en gas y el cometa desarrolla su característica cola.
Al alejarse hacia las profundidades del Sistema Solar el cometa sufrió un espeluznante aumento de brillo, lo que no es habitual.
Se cree que el cometa pudo chocar fortuitamente con un asteroide o que una bolsa interna de gas del cometa explotó.
En ese momento el inadvertido cometa Holmes aumentó su brillo medio millón de veces ya que al fragmentarse expelió una gran cantidad de hielo a su alrededor.
Como el hielo refleja muy bien la débil luz solar que recibe el cometa, su brillo aumentó significativamente. A pesar de encontrarse a cientos de millones de kilómetros de la Tierra,
los astrónomos aficionados pueden captar con sus telescopios, este tipo de eventos, registrando en sus fotografías el brillante núcleo central y el hielo expelido que hay a su alrededor.
La fotografía fue tomada por Alex Mendiolagoitia desde Bonilla (Cuenca)


Conjunción Luna-Venus-Júpiter

Desde nuestra privilegiada posición en la Tierra, cuando miramos al cielo vemos como se mueven la Luna y los planetas por el firmamento.
La Luna se mueve a nuestro alrededor, pero los planetas lo hacen alrededor del Sol.
Desde nuestra perspectiva en ocasiones se juntan aparentemente planetas tan distantes entre sí como Venus o Júpiter.
Venus, un planeta de tamaño parecido a la Tierra pero de temperaturas infernales, gira en torno al Sol en una órbita más interna que la nuestra, por lo que siempre veremos a este planeta al atardecer o amanecer como mucho a unos pocos palmos del lugar por donde se puso o saldrá nuestra estrella.
Júpiter, gigantesco planeta 319 veces más grande que la Tierra y formado básicamente por ingentes cantidades de gas, orbita el Sol de forma más externa que la Tierra.
Las órbitas de Venus y Júpiter están separadas como mínimo por unos 670 millones de kilómetros, por lo que ambos nunca pueden estar cerca uno del otro.
Sin embargo, es posible que los dos astros errantes puedan aproximarse debido a nuestra perspectiva desde la Tierra.
El pasado 1 de diciembre, ambos planetas se aproximaron aparentemente, siendo Venus además ocultado por la Luna.
La imagen fue obtenida una vez pasada la ocultación de Venus por la Luna.
Júpiter se encuentra en la esquina superior derecha.



Eclipse total de Sol

En ningún otro lugar del universo conocido como en la Tierra se da la casualidad de que el satélite sea tantas veces más pequeño que la estrella como tantas veces está más cerca de la misma, por lo que los tamaños aparentes de la Luna ( 3.474,8 km de diámetro) y el Sol (1.392.000 km de diámetro) coinciden.

Gracias a esta coincidencia, cuando la Luna en su fase de Luna nueva pasa entre el Sol y la Tierra y se sitúa además en la eclíptica, se nos regala el que quizá sea el mayor espectáculo de la naturaleza: un eclipse total de Sol.
Durante el mismo, la luz desciende hasta hacerse casi de noche, en pleno día se ven Mercurio, Venus y estrellas, todos los horizontes se tiñen de los colores del atardecer, baja la temperatura y, en el firmamento, una Luna negra está rodeada por un anillo de fuego llamado corona solar.

La corona solar no es más que la atmósfera más externa del Sol y, aunque muy tenue en densidad, supera los dos millones de grados de temperatura, en contraste con la superficie visible del Sol que alcanza los 5.800 K.



Eclipse total de perlas

Durante la fase de totalidad de un eclipse de Sol, la Luna se interpone a la Tierra y el Sol.
Los tamaños aparentes de nuestro satélite y nuestra estrella coinciden –como en ningún otro lugar del universo conocido- porque la Luna está tantas veces más cerca del Sol, como tantas veces es más pequeña que él.
Cuando La Luna en su movimiento orbita, termina de ocultar el disco solar, por los valles lunares más profundos aún se escapan rayos solares que provocan una serie de destellos llamados perlas de Bailly.
Los puntos rojos que se observan en el limbo lunar son expulsiones de gas incandescente producidas por el Sol en su superficie.
Estas llamaradas, denominadas fulguraciones, son mayores que la Tierra y nos parecen tan pequeñas por su lejanía ya que nuestro astro rey se encuentra a unos 150 millones de kilómetros de la Tierra.


Luna llena

La Luna es el único satélite natural de la Tierra.
A pesar de estar tan próximo es muy distinto en su aspecto de tonalidades grises.
Ya a simple vista se distinguen claramente dos tipos de superficie: una muy oscura llamada mare y otra más clara denominada terrae.
Estos nombres fueron otorgados en la Edad Media, cuando se creía que la parte oscura de la Luna podría ser un mar parecido a los océanos terrestres.
Con la primera mirada de Galileo a la Luna a través del telescopio (lo que celebramos en el Año Internacional de la Astronomía) se demostró que los mare no son mares de agua sino terrenos llanos de la Luna que –posteriormente– se descubrió eran enormes cuencas de impacto rellenadas por lava del interior lunar.
El relleno de la lava lunar borró todos los cráteres y montañas lunares existentes, mostrando por ello muy pocos cráteres, en contraste con las zonas claras de la Luna, que están plagadas de cicatrices de impacto.
La Luna es un objeto de fácil alcance paracualquier observador, pues unos simples prismáticos ya revelan multitud de montañas y cráteres, sobre todo si se observan las distintas fases lunares y se mira hacia la frontera entre la parte iluminada de la Luna y la mitad en la que en nuestro satélite es de noche.


Trazos estelares

La Tierra gira una vez sobre su eje en 23 horas y 56 minutos, si bien desde la superficie terrestre a nosotros se nos antoja que son las estrellas las que se desplazan por la bóveda celeste.
Si dejamos una cámara réflex sobre un trípode y apuntamos a cualquier parte del cielo, dejando el obturador de la cámara abierto, las estrellas se mostrarán como trazos; resultado de su movimiento por el firmamento mientras la cámara mira al mismo.
Cuanto mayor sea el tiempo de exposición, más largos serán los trazos.
En esta fotografía se ha apuntado en dirección a Sagitario, donde se encuentra el centro de la Vía Láctea, durante una hora y media.
Por ello en la imagen se aprecian trazos de distintas intensidades (y colores), una mancha borrosa blanquecina (la Vía Láctea, que también se desplaza por el firmamento junto a las estrellas) y -por desgracia- se aprecia muy bien la contaminación lumínica.
La ausencia de cielos oscuros nos roba el privilegio de contemplar nuestra propia galaxia.


NGC 4258

La galaxia espiral NGC 4258, también conocida como M106. En azul (luz ultravioleta) y verde (visible) se ven dos brazos espirales y un disco dominados respectivamente por estrellas jóvenes y gas iluminado por estas.
En rojo y magenta (rayos X) se revela un gas calentado hasta millones de grados en violentos choques con chorros de partículas expulsadas por el núcleo de la galaxia.

Imagen obtenida con el satélite XMM-Newton., (ESAC, ESA).

Nebulosa de la Cabeza de Caballo

La famosa nebulosa de la Cabeza de Caballo, conocida también como Barnard 33, es parte de una nube molecular oscura denominada IC434.
La primera imagen de esta nebulosa se tomó en 1888 desde el Observatorio del Harvard College, mediante el uso de placas fotográficas.
El hecho de que su perfil sea tan parecido al de la cabeza de un caballo de mar ha hecho que éste se haya convertido en uno de los objetos astronómicos más conocidos.
Situada a 1.600 años luz de la Tierra en la dirección de la constelación de Orión, esta nebulosa es un glóbulo oscuro de polvo y gas no iluminado que oscurece la luz que le viene de atrás.

El resplandor rojo que se observa por encima de la cabeza está originado principalmente por hidrógeno ionizado por la estrella Sigma Orionis.

Imagen obtenida con el telescopio IAC80 en el Observatorio del Teide (Islas Canarias), del Instituto de Astrofísica de Canarias.

Las siete hermanas

Las Pléyades, M45 o Las siete hermanas es un cúmulo abierto de estrellas en la constelación de Tauro.
A simple vista, y en condiciones normales, se pueden distinguir seis estrellas; con un buen cielo es posible observar nueve, y en unas condiciones óptimas hasta 12.
Este cúmulo, compuesto por unas 500 estrellas, está situado a unos 450 años luz de la Tierra y tiene un diámetro de unos 12 años luz.
Una parte importante de sus estrellas la constituyen enanas marrones y estrellas jóvenes de gran masa.
Las estrellas que forman las Pléyades se encuentran envueltas en una nebulosa de reflexión visible a causa del polvo que refleja la luz azul de las estrellas calientes y jóvenes.
Se creía que este gas representaba los restos de la formación estelar del cúmulo pero, con una edad de unos 100 millones de años, prácticamente todo el polvo originario debía haber sido dispersado por la radiación estelar.
Por ese motivo, se considera que el cúmulo está atravesando una región interestelar especialmente abundante en polvo.

La imagen se obtuvo con el telescopio IAC80, en el Observatorio del Teide.

La galaxia de Andrómeda

M31, la galaxia de Andrómeda es la de mayores dimensiones del Grupo Local, al que pertenece la Vía Láctea.
Desde lugares oscuros y en noches de buena transparencia es posible verla a simple vista.
La galaxia de Andrómeda es espiral y posee una masa casi una vez y media superior a la nuestra.

Esta fotografía fue obtenida utilizando medios amateur desde el Observatorio del Roque de los Muchachos en la isla de La Palma. Comentario: Javier Méndez Álvarez.

Nebulosa de la Roseta

La nebulosa de la Roseta o NGC2237 es una inmensa nube formada principalmente por hidrógeno y situada en nuestra galaxia.
En su interior se forman nuevas estrellas, las cuales a su vez calientan el gas circundante y lo hacen brillar.
Esta imagen es un mosaico de varias obtenidas por el telescopio de 2,5 metros de diámetro Isaac Newton, en el Observatorio del Roque de los Muchachos en la isla de La Palma.

Las imágenes fueron capturadas a través de un filtro de hidrógeno alfa.

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