Algunos mueren como los conejos
mirando la luz
de su propio exterminio
no esperan tomando la sopa fría
su pastilla del corazón
oliendo la propia
sostenida
corrupción de la carne
amanece y alguien entra
al cuarto oscuro, el televisor
alumbra los ojos vacíos
como el de las muñecas
en el estante
afuera
el árbol se mueve un poco
y más atrás los autos
después la vida de siempre
como siempre...
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