
Cualquiera de nosotros no tiene ningún problema en imaginarse lo que es un metro,
un kilogramo o un litro.
Puede que empecemos a tener problemas con un milímetro y no digo nada si nos hablan de milésimas de miligramo.
El asunto se pone peliagudo si nos empiezan a hablar de mil millonésimas o de trillones.
Para hacernos una idea lo mejor es asociar a cada número, ya sea grande o pequeño,
una imagen.
Así que ahí van primero unas pocos ejemplos de cosas pequeñas:
Un milímetro: es aproximadamente el radio de un grano de pimienta.
Una millonésima de metro: La mitad de la cabeza de un espermatozoide
Una mil millonésima de metro: El radio de una bacteria típica
Una billonésima de metro: un poquito más y tenemos el radio clásico del átomo más abundante del universo, el hidrógeno.
Una mil billonésima de metro: más o menos, el radio clásico del electrón.
Si ahora nos dedicamos a contar hacia arriba, podemos encontrarnos con lo siguiente:
Mil: el número de rayos que caen sobre toda la Tierra en un minuto.
Un millón: ¿a quién no le gustaría tenerlo de sueldo cada mes?
Mil millones: los de la cadena de comida rápida MacDonalds han vendido cien veces esta cifra de hamburguesas.
Eso quiere decir que puestas una al lado de otra podemos dar la vuelta a la Tierra con ellas doscientas veces y, después, ir y volver de la Luna tres veces.
Y aún sobrará alguna para invitar a los amigos.
Un billón: si contáramos a una velocidad de 5 números por segundo,
tardaríamos seis mil años en llegar a esa cifra.
Mil billones: cuando la población sobre la Tierra llegue a esta cifra,
no podremos sentarnos.
Para caber todos tendremos que estar de pie.
Un trillón: Es, en promedio, el número de granos de arena de una playa cualquiera.
Mil trillones: el número de estrellas que hay en el universo.
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