martes, 15 de septiembre de 2009

Ardiente protesta...


Todos sabemos que el budismo ha sido prohibido y duramente reprimido
en países donde no hay libertad de culto.

Ni siquiera es necesario traer a colación las atrocidades que se cometieron
en China hasta hace poco.

Sin embargo, uno de los tantos "mártires" budistas que han surgido
quedó inmortalizado para siempre por el lente del fotógrafo Malcolm Browne quien trabajaba para la AP cubriendo la Guerra de Vietnam.

Durante la mañana del 11 de junio de 1963,
Malcolm se acercó al cruce del boulevard Phan Dinh Phung
y la calle Le Van Duyet, en el centro de la ciudad vietnamita
de Huê -ahora Saigón-.

En este lugar se encontró con una protesta
muy singular que le cambiaría la vida.

Ese día, un monje budista bonzo protestó quemándose hasta morir
como rechazo a la opresión que el gobierno vietnamita de Ngo Dinh Diem
ejercía sobre la religión budista en este país.

Thich Quang Duc, un budista de 67 años, acompañado de dos monjes,
llegó en su Austin celeste a la intersección de esas dos calles céntricas
de Saigón. Thich Quang Duc salió del vehículo y asumió
la posición tradicional del loto con una caja de fósforos
en una mano mientras sus acompañantes le rociaban gasolina.

La chispa provocada por los dedos del monje dio paso a una enorme llama
que lo consumió ante la mirada atónita de los testigos
y la cámara de Malcolm.

Sin embargo, ni el fotógrafo, ni la muchedumbre trataron de apagar
el fuego, quedaron paralizados ante el pacífico monje que
no movió ningún músculo de su cuerpo mientras el infierno lo devoraba.


David Halberstam, reportero del NY Times que también cubría

“Las llamas estaban surgiendo de un ser humano;
su cuerpo fue marchitándose lentamente, su cabeza se ennegrecía.

En el aire había un olor a carne humana quemada;
el hombre se quemó sorpresivamente rápido.

Detrás de mí pude escuchar el sollozo de los vietnamitas.

Estaba demasiado sorprendido para llorar,
demasiado confundido para tomar notas o hacer preguntas,
desconcertado inclusive para pensar...

Mientras se quemaba él nunca movió un músculo,
nunca pronunció un sonido, su calma exterior contrastaba
con la gente que se lamentaba alrededor suyo…”



Thich Quang Duc se había preparado varias semanas
para su inmolación y había explicado su motivación
en cartas dirigidas a los miembros de su comunidad budista
así como al gobierno de Vietnam del Sur semanas antes del suceso.

En estas cartas, expresó su deseo de atraer la atención
contra la política represiva del régimen católico de Diem.



Antes del suceso, los budistas vietnamitas habían hecho
una serie de peticiones al régimen de Diem:
Levantar su prohibición de exhibir la bandera budista tradicional;
garantizar al budismo los mismos derechos que al catolicismo;
parar las detenciones de budistas; dar a los monjes y a las monjas
budistas el derecho de practicar su religión por separado
y pagar indemnizaciones a las familias de las víctimas castigando
a los responsables de las muertes de budistas.

Al no ser consideradas estas peticiones por el régimen,
Thich Quang Duc llevó a cabo su inmolación.

Tras su muerte, sus restos calcinados fueron incinerados como es costumbre
en la religión budista pero durante la cremación su corazón
se mantuvo intacto, por lo que, el monje fue considerado
como santo y su corazón fue puesto bajo cuidado
del Banco de Reserva de Vietnam como reliquia.

Corazón intacto de Thich Quang Duc

Auto del monje en el cual se evidencian los daños causados por el fuego

A inicios de 1964,
Malcolm ganó el Premio Pulitzer
a la mejor fotografía periodística del año.

No obstante, a pesar del esperado éxito obtenido,
este fotógrafo no pudo ocultar su arrepentimiento
al no haber hecho nada por el ensimismado monje.

sentado-frente-al-mundo

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