
Un día desperté y estaba a mi lado.
Se comportó con tanta naturalidad que disuadió todos
mis intentos de interrogarla.
Nos levantamos, desayunamos.
Luego me fui a trabajar.
Cuando volví, seguía allí.
Esa noche nos acercamos más de lo pensado.
Fue magnífico.
Ahora espera mi vuelta todos los días
y cada vez que cobro me pide para los gastos del mes.
Lo malo de estos fantasmas es que son
de aparición irreversible.
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