Los mellizos “Jim” (Jim Lewis y Jim Springer) fueron estudiados allá por los años 80. Y se descubrió algo sorprendente:
a pesar de que habían sido separados desde pequeños, sus vidas habían sido prácticamente paralelas…

El argumento de los mellizos con vidas idénticas parecía irrefutable hasta que a alguien se le ocurrió probar a hacer la misma comparación vital con personas que no compartían genes.
Y así encontraron a dos personas que no tenían nada que ver llamadas Patricia Ann Campbell, nacidas el 13 de Marzo de 1941 en diferentes estados y sin ninguna ligazón familiar.
A pesar de ser completamente ajenas, estas dos Patricias eran hijas de señores llamados Robert, trabajaban como tenedoras de libros, habían estudiado cosmética, eran aficionadas a la pintura al óleo y se habían casado con militares con 11 días de diferencia entre una boda y otra.
Conclusión: la genética, probablemente, sólo nos da un potencial que luego el ambiente irá moldeando. Es difícil ver la influencia de la genética en actos tan concretos como la elección del nombre de nuestra pareja…
Pero eso sí, estas investigaciones nos ayudan a descubrir que, en el fondo,
no somos nada originales, aunque nos guste ignorarlo.

Porque tampoco es tan raro nacer un 13 de Marzo,
tener un perro que se llama Toy,
estudiar cosmética o tener en el jardín bancos circulares de color blanco.
No somos nadie.
Y es bueno saberlo:
aumenta nuestra tolerancia al fracaso.
by.elhabitatdelunicornio
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