Dibuja el día aquel en que aprendiste a volar,
¿podrías?
¿Y aquél en el que perdiste el miedo a saltar al vacío?
Con todo asumido hasta que el quizás nos separe
perdí el miedo a hacerme partícipe del pack completo que llevaba tu insignia.
Tanto, que abrí mi puerta, esa puerta encajonada desde antaño
y que fueron muchos intentos de traspasar sin éxito.
Hoy desempolvé las alfombras hasta mi mundo
para invitarte de la única forma que se hacerlo.
En este mundo tan mío,
donde las paredes son onduladas para que la luz refleja cada pigmento
de los colores que dejan todos los que han pasado,
pasan y pasarán entre sus silencios.
Para no olvidar los errores y recordar que se sale victorioso
de cada contienda o con la lección aprendida tras la derrota.
En el espacio donde colecciono los instantes
de esos sitios que nunca olvidaré.
Los olores del mar según las mareas.
La textura de la brisa desde aquellos desiertos en las montañas.
Allí mismo es donde guardo el hueco de todo lo que queda por venir.
Allí donde paseo descalzo mientras la música inundad todos los rincones.
Tanto por conocer.
En el único lugar donde me refugio de tempestades propias y ajenas.
Estrategias de venta, de provocación o de autopromoción aparte,
yo sólo pretendo que aceptes mi invitación para formar parte de eso
a lo que me gusta denominar "mi mundo de nunca jamás".
Mi mundo puede que no sea muy predecible,
pero es todo lo que tengo.
Ahora sólo queda que tú quieras abrirme la ventana al tuyo...
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