lunes, 26 de julio de 2010

Pentagramas & Simetrías...

Se llama pentagrama a esa estrella de cinco puntas que aparece inscrita en el interior de un pentágono cuando unimos con diagonales todos los vértices de éste.

Los segmentos resultantes de las intersecciones de esas diagonales se relacionan entre sí mediante un número entre mágico y divino: la famosa proporción áurea, que desde la Antigüedad hace las delicias de los matemáticos y aficionados a la misteriología.

En el hotel, a través de ese pentagrama imaginario que nace de un pentágono surgido de un reflejo, veo pasar las notas que el pianista va desgranando cada noche cuando dan las diez, a partir de otro pentagrama también imaginario, porque hace tiempo que toca sin mirar la partitura, siempre los mismos temas, en el mismo orden, con la misma cadencia. Y con la misma decadencia.

La armonía de sus notas es fruto también de una escala matemática y por ella ascienden viejos boleros las sucesivas plantas del hotel y penetran las estancias tapizadas de moqueta.

El pianista piensa en sus cosas mientras toca “Bésame mucho” versioneado al estilo de Duke Ellington.

Pero tal vez en ese mismo instante en alguna habitación alguien, aprovechando la coyuntura musical, acerca sus labios a otros labios.

Y tal vez estos otros labios se apartan heridos, hartos o displicentes, quebrando al fin tanta absurda simetría, tanto estéril equilibrio.

Recordemos que, según los premios Nobel de la Física,

el universo surgió de la ruptura de una simetría gracias

a un leve exceso de materia.

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