martes, 10 de agosto de 2010

El Tiempo Psicológico

El tiempo marca el ritmo de nuestras vidas pero no deja de ser una convención inventada por nosotros mismos.

Los egipcios y los babilonios fueron los primeros en medir el tiempo con el fin de organizar la agricultura, hace unos 5.000 años.

Se basaron en la observación del firmamento siendo el ciclo de la luna la que determinaría los meses, y la sucesión de las estaciones, los años.

La suma de los 5 planetas que se conocían entonces más la Luna y el Sol, dieron lugar a los 7 días de la semana.

Y la división de los periodos de luz y los de noche según las 12 constelaciones más importantes, dieron lugar a las horas.



Reloj de Sol egipcio

Pero la longitud de las horas no era exacta ya que la duración de los días y las noches, era distinta según la época del año.

En invierno las horas de luz eran más cortas y en verano más largas.

Aún así, durante milenios, este sistema predominó la vida de griegos, egipcios, romanos y de su descendencia.

Llegada la época medieval los monjes decidieron poner un poco de orden, por aquello de controlar mejor el “ora et labora” y se inventó el reloj mecánico, capaz de señalar las horas de forma uniforme.

Y finalmente en el siglo 17 quedamos atrapados definitivamente en el tic tac del tiempo, cuando se descubrió la Cicloide, un tipo de curva con una curiosa propiedad.



Curva Cicloide

“Si dejamos caer una canica en un cuenco cicloide, ésta tardará lo mismo en llegar al centro, independientemente del punto en el que la dejes caer.

De ahí partió la idea de los péndulos, que forman una curva cicloide al oscilar.

No importa lo amplia que sea esa curva, siempre tardarán lo mismo en volver a la verticalidad.

Así nació el ritmo regular que marcaría segundos y minutos, y por ende, nuestra vida actual.”

Pero a pesar de la regularidad de nuestra medición del tiempo y de que parece transcurrir igual para todos, notamos sutiles diferencias.

Ahora sabemos que quién regula realmente el tiempo es nuestro cerebro, nuestro cerebro inconsciente.

Cuando vivimos sucesos estresantes o emocionantes, ya sea un accidente de coche o un suceso nuevo y emocionante, nuestro cerebro lo almacena en un lugar secundario de la memoria y no sólo eso, también almacena mucha más información.

Es por eso que al recordarlo, todo parece haber transcurrido a cámara lenta. Simplemente hemos almacenado más fotogramas del suceso ya que cuanto más denso es un suceso, más información almacenamos de él.


Por el contrario, cuando lo que vivimos es un hecho repetido como la rutina de hacer siempre el mismo camino, éste parece cada vez más corto ya que el cerebro deja de almacenar hechos ya conocidos, como una forma de ahorrar energía.

Por ejemplo, es por eso que cuando viajamos en coche, la ida parece mucho más larga que la vuelta.

O cuando vemos una película por segunda vez, ésta parece más corta que antes.

Lo que ocurre es que cuando una experiencia se repite muchas veces, las neuronas que se encargan de registrarla, cada vez se activan menos.

Es como si se acostumbrasen a ella y cada vez tuvieran que trabajar menos. La ventaja es que de este modo el cerebro ahorra energía y el inconveniente es que recordamos esa experiencia como si durase menos que la primera vez.

Recordamos nuestra infancia larga y con muchas vivencias ya que todo es nuevo y nuestro cerebro almacena mucha información.

Y según van pasando los años y entramos en la rutina, el tiempo parece pasar mucho más deprisa.

Así que la forma de alargar el tiempo sería hacer cosas nuevas cada día, por ejemplo tomando un camino distinto para ir a trabajar.

Por eso cuando estamos de vacaciones parece que los días duren más, erróneamente a lo que se piensa no es por estar divirtiéndonos, es simplemente porque acumulamos experiencias nuevas que nuestro cerebro almacena en mayor medida.

Y si siempre almacenas recuerdos nuevos,

parecerá que tu vida ha sido más larga.


Así pues, parece ser que la mente tiene la capacidad de funcionar como una película, a través de fotogramas.

Y todo lo que transcurre en un intervalo menor de una décima de segundo, lo vivimos como si fuera simultáneo a pesar de que sonido e imagen, llegan a nuestro cerebro a diferente velocidad.

Lo que hace la mente, es ahorrar tiempo superponiendo sensaciones unas con otras para generar una realidad lo más sencilla posible.

Además, es capaz de borrar los vacíos que se producen en la información visual fruto por ejemplo, de los parpadeos.

Esto deja a veces sensaciones inquietantes que no sabemos explicar.

Por ejemplo, cuando nos fijamos en un reloj de manecillas, parece que esté parado, como si el primer segundo durase más de la cuenta y comenzase a andar ante nuestros ojos.

Al contrario de lo que pensamos, este suceso no es una ilusión óptica, sino temporal.

Tendemos a pensar en el tiempo como una única cosa general que nos atañe a todos, pero no es cierto.

De hecho, ni siquiera experimentamos el presente real ya que nuestro cerebro tarda una décima de segundo en organizar la información de lo que ve, escucha, siente, palpa, huele, percibe, y transformarla en información entendible.

Nos aferramos a una idea del tiempo que es individual y pretendemos convertirla en universal.

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