Allí estaba Ella,
con sus amigas en una conversación mantenida en un café muy frecuentado, un domingo por la tarde.
- Necesito un cadáver que no huela- afirmó preocupada.
- Mételo en ácido sulfúrico- le sugirió enseguida.
- Sí, pero eso ¿es fácil de conseguir?
¿De dónde lo saco?-
preguntó inquisitiva.
- Algo se nos ocurrirá.
Puedes obtenerlo de... (Menciona una fábrica cercana).
- Y ¿tardará mucho en convertirse en esqueleto?...
y sobre todo ¿me quedará blanquito?
Eso me interesa mucho.....
- Lo de blanquito no sé, pero renueva el ácido sulfúrico,
no escatimes, cámbialo un par de veces que pierde fuerza -
me dijo con acento profesional -
además - añadió muy práctico -
puede ir perfecto por el desagüe añadiéndole agua en cantidad;
no pasa nada.
- Estupendo - dijo con la mirada iluminada.
Después de un rato,
notó con extrañeza alrededor de ellas un silencio alarmante.
Habían quedado completamente solas en el café
y sirenas ululando en el exterior.
Claro…
Ella no llevaba colgado su cartel de Kinesióloga...
(Para Francisca)
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