sábado, 23 de abril de 2011

Se ALQUILA


Adolfo se niega a pagar la hipoteca en sus actuales circunstancias.

 Cuando se dispone a romper la carta de desahucio, las paredes de la cocina se derriten como si fueran manteca fundida. 

El calor es insoportable. Una luna fláccida y pringosa deja caer gotas de luz añil sobre la calle, 
por donde fluye un río de brea.

 Dos gatos con escamas verdosas nadan aferrándose a una acera con textura de chicle masticado. 

adolfo abre una ventana fofa y un golpe de fuego lo tumba, como a un boxeador noqueado. 

Se incorpora a duras penas y comienza a caminar.

 Sus tobillos se hunden en las dúctiles baldosas. 

A medida que se acerca al salón sus piernas ya están sumergidas hasta las rodillas en la estructura
 blanda de su hogar. 

adolfo continúa moviéndose con el hormigón a la altura del pecho. 

Logra llegar al dormitorio, 
pero una mano fantasma empuja su cabeza bajo el piso. 

Al día siguiente, 
un nuevo espectro alquila la casa encantada.


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