domingo, 29 de mayo de 2011

Aquí donde nada hay, puede estarlo todo…



Aquí donde nada hay, puede estarlo todo…

Sueño, el comienzo, vestigios de realidad, luego, pareciera ser posible… muchos “tal vez”…quizás no pasen de eso, de ser sueño…

Mientras miramos quienes moran los alrededores…nuestros vecinos posibles. 

Comienzan los primeros pasos, hacia abajo… 
Cimientos. ¡Qué importantes! 
Deberán estar bien hechos. 
Son la base. 
Luego paredes, las que antes imaginábamos, ahora haciéndose realidad. 

Proyectos, reformas, planes, acuerdos, desacuerdos.

Mientras los muros van creciendo a nosotros nos surgen ideas… 
De algunas ya nos estamos arrepintiendo, ¿podremos cambiar?. 

Arquitecto, albañil, carpintero, promesas cumplidas algunas, 
no otras o a destiempo. 

Cuando al fin, dejando para después lo prescindible, habitamos nuestra casita, que es igual de importante que el palacio para los reyes. 

Caemos en la cuenta, que el sueño es una realidad tangible… 

Aquí donde nada había, hoy lo está todo… 

Al menos todo lo que alguna vez fantaseamos. 
Con aciertos, con falencias, pero ¡todo! Las paredes que cobijarán a nuestros niños por venir, a nuestra vida en común. 

Paredes que nos verán comenzando a blanquear nuestras sienes, 
nos contendrán en los embates, y festejarán nuestras alegrías. 

Nuestro hogar, que pintaremos cuando el tiempo se ocupe en opacarlo, cuando el sol empalidezca sus paredes.

 Serán Alfa y Omega de nuestras vidas. 

O al menos eso esperamos, en nuestros jóvenes sueños.

El tiempo lo dijo todo… 
Nuestros años jóvenes se tiñeron de alba. 
Nuestros niños, son hombres, ya. 
Jugamos tiempo cumplido, somos ancianos, o casi…. 
pero aun aquí estamos sentados a la vera de lo que fue nuestro destino. 

Los cimientos están tal cual se crearon, las paredes aún lucen fuertes
 y luminosas, gracias al color, que nos encargamos que siempre tuvieran. 

Ya el nido que fue, no es, está vacío… 

No pudimos contener el lecho de aquellos pichones, que al crecer, 
volaron…con justo motivo! 

Las visitas domingueras, las mesa alargadas, de hijos, de nietos y de yernos… 

Nos invitan a este postrero, último goce de compañías y cariño, 
esperando milagroso que el tiempo se prolongue todo lo posible. 

Pues aquí donde nada había, construimos, nuestras vidas…


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