En un billón de años, los astrónomos de nuestra galaxia tendrán dificultades a la hora de comprender cómo comenzó el Universo.
La evidencia que tenemos hoy en día en apoyo del Big Bang, no estará disponible por mucho tiempo.
No tendrán la evidencia de la que nosotros disfrutamos hoy.
Dentro de un billón de años, los astrónomos alienígenas de nuestra galaxia tendrán dificultades a la hora de comprender cómo comenzó el Universo.
Edwin Hubble realizó las primeras observaciones en apoyo al modelo del Big Bang.
Demostró que las galaxias están alejándose unas de otras debido a la expansión del Universo.
Más recientemente, los astrónomos han descubierto una luminiscencia omnipresente procedente del Big Bang, conocida como fondo cósmico de microondas (CMB), sobrante del candente comienzo del Universo.
En un billón de años, cuando el Universo sea 100 veces más viejo de lo que es hoy, los astrónomos extraterrestres tendrán una visión muy distinta.
La Vía Láctea se habrá fusionado con la galaxia Andrómeda, para formar la galaxia “Lactómeda”.
Muchas de sus estrellas, incluyendo el Sol, se habrán consumido.
La expansión cada vez más acelerada del Universo enviará a las demás galaxias más allá de nuestro “horizonte cósmico”, haciéndolas desaparecer de nuestra vista para siempre.
La misma expansión causará que el fondo cósmico de microondas se apague, estirando la longitud de onda de los fotones del CMB hasta volverse más larga que el Universo visible.
Sin las pistas del CMB y las distantes galaxias que se alejan,
¿cómo sabran del Big Bang estos futuros astrónomos?
Según Avi Loeb, un teórico de Harvard, los astrónomos inteligentes en un billón de años podrían inferir el Big Bang y la principal teoría cosmológica de hoy en día, conocida como Lambda-CMD (“lambda-cold dark matter“, en inglés).
Ellos tendrán que usar las fuentes de luz más lejanas que tengan disponibles; estrellas hiperveloces lanzadas desde el centro de Lactómeda.
“Pensábamos que la cosmología observacional no sería factible dentro de un billón de años”, dijo Loeb, quien dirige el Instituto de Teoría y Computación en el Centro Harvard-Smithsoniano de Astrofísica.
“Ahora sabemos que este no es el caso. Las estrellas hiperveloces permitirán a los residentes de Lactómeda aprender acerca de la expansión cósmica y reconstruir el pasado”.
Aproximadamente una vez cada 100.000 años, un sistema estelar binario se acerca demasiado al agujero negro del centro de nuestra galaxia y es destrozado.
Una estrella cae dentro del agujero negro mientras que la otra es arrojada a una velocidad superior a 1,5 millones de kilómetros por hora, lo suficientemente rápido como para ser expulsada para siempre de la galaxia.
Hallar estas estrellas hiperveloces es más desafiante que buscar una aguja en un pajar, pero los futuros astrónomos tendrían una buena razón para buscar cuidadosamente.
Una vez que llegan lo suficientemente lejos del tirón gravitatorio de Lactómeda, estas estrellas son aceleradas por la expansión del Universo.
Los astrónomos podrían medir esta aceleración con tecnologías más avanzadas que las que tenemos hoy en día.
Eso proporcionaría una línea diferente de evidencia para un universo en expansión, similar al descubrimiento de Hubble, pero más difícil debido al muy pequeño efecto que se estaría midiendo.
Mediante el estudio de estrellas dentro de Lactómeda, podrían inferir cuándo se formó la galaxia.
Combinando esta información con las mediciones de las estrellas hipervoloces, podrían calcular la edad del Universo y parámetros cosmológicos claves como el valor de la constante cosmológica.
“Los astrónomos del futuro no tendrán que tomar el Big Bang con confianza.
Con cuidadosas mediciones e inteligentes análisis, pueden encontrar sutil evidencia bosquejando la historia del Universo”, dijo Loeb.
Esta investigación aparece en un artículo aceptado para su publicación en la revista Journal of Cosmology and Astroparticle Physics.
Estudiar la naturaleza del Universo proporciona un paso adelante en la comprensión del entorno en que existimos.
Esa información ayuda a los astrobiólogos a entender dónde buscar mundos habitables orbitando estrellas lejanas, y podría proporcionar pistas sobre el futuro de la vida en nuestro propio planeta, la Tierra.
Fuente: Astrobiology Magazine
No hay comentarios:
Publicar un comentario