Quiero hoy aclarar las tonterías pseudocientíficas
que muchos charlatanes difunden como si fueran hechos.
El título de esta entrada promete compartir el gozo de la ciencia, la “experiencia científica”, afín a la experiencia estética que nos producen las obras de arte,
pero que antes pasa necesariamente por la razón.
El asombro que nos produce la imagen que la ciencia nos da del mundo que nos rodea es siempre el asombro de entender… y luego maravillarse por lo que se ha entendido.
Pero en el mundo no todo es gozo, y la ciencia también tiene sus aspectos odiosos… sobre todo la falsa ciencia.
Basta con ver la cantidad de productos milagro que se ofrecen por televisión
para darse una idea de cuántos charlatanes se hacen ricos aprovechándose
de la credulidad y buena fe de un público que está en una posición desventajosa para darse cuenta siquiera de que se está insultando su inteligencia.
Mis dos anti-favoritos actuales son las pulseras con holograma
(Power Balance y demás) que ofrecen aumentar la fuerza física,
mejorar el equilibrio e incrementar el bienestar general
(son un fraude descarado)
y la nueva crema “Teatrical células madre”®, de Genomma Labs
(empresa que se caracteriza por prometer cosas inverosímiles),
que supuestamente “contribuye a la protección del ADN
y retrasa el envejecimiento anticipado de la piel favoreciendo los mecanismos naturales para su regeneración” si uno revisa la letra chiquita de la etiqueta,
la crema dice contener, efectivamente, células madre… ¡de manzana!
A menos que quiera uno tener cutis de fruta,
la simple idea resulta absurda.
Pero más allá de la falta de respeto y el engaño burdo, los charlatanes tienen
un efecto nocivo en la sociedad: fomentan la credulidad, la tendencia a creer cosas sin fundamento.
Por el momento, al señalar azarosamente, han provocado numerosas violaciones
a los derechos humanos de ciudadanos inocentes, que son registrados
y hostigados inútilmente.
Sí: las charlatanerías dañan.
Vale la pena combatirlas, aunque no siempre sea agradable.
un efecto nocivo en la sociedad: fomentan la credulidad, la tendencia a creer cosas sin fundamento.
Por el momento, al señalar azarosamente, han provocado numerosas violaciones
a los derechos humanos de ciudadanos inocentes, que son registrados
y hostigados inútilmente.
Sí: las charlatanerías dañan.
Vale la pena combatirlas, aunque no siempre sea agradable.
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