martes, 16 de agosto de 2011

Agua, Aire, Tierra y Viento...



“Lo primero que aprendió a modelar fue una vasija para beber agua.

Malinalli era una niña de solo cuatro años de edad,
pero con gran sabiduría, y le preguntó a la abuela:

-¿ A quien se le ocurrió que hubiera jarros de agua?

- Al agua misma se le ocurrió.

- ¿ Y para que?

- Para poder reposar en su superficie y así poder contarnos los secretos del universo.

Ella se comunica con nosotros en cada charco, en cada lago, en cada rio;
tiene diferentes formas para vestirse de gala y presentarse ante nosotros siempre nueva.

La piedad del Dios que habita en el agua inventó los recipientes donde,
al tiempo que alivia nuestra sed, habla con nosotros.

Todos los recipientes donde el agua está nos recuerdan que Dios es agua y es eterno.

- ! Ah !… respondió respondió la niña sorprendida.-

- ¿Entonces el agua es Dios?

- Si. Y también lo son el fuego y el viento y la tierra.
La tierra es nuestra madre,
La que nos alimenta,
la que cuando reposamos sobre ella nos recuerda de donde venimos.

En sueños nos dice que nuestro cuerpo es tierra, que nuestros ojos son tierra,
y que nuestros pensamientos serán tierra en el viento.

- ¿Y el fuego?, ¿Que dice?

-Todo y nada.

El fuego produce pensamientos luminosos que el corazón
y la mente se funda en uno solo.

El fuego transforma, purifica e ilumina todo lo que se piensa.

- ¿ Y el viento?

- El viento es también eterno.
Nunca termina.

Cuando el viento entra a nuestro cuerpo nacemos y, cuando se sale,
es que morimos, por eso hay que ser amigos del viento.

- ¿…Y este…?

-Ya no sabes ni que preguntar.

Mejor guarda silencio, no gastes tu saliva.

La saliva es agua sagrada que el corazón crea.

La saliva no debe gastarse en palabras inútiles porque
entonces estas desperdiciando el agua de los dioses,
y mira te voy a decir algo que no se te debe olvidar:

Si las palabras no sirven para humedecer en los otros el recuerdo
y lograr que ahí florezca la memoria de Dios, no sirven para nada.

Azteca_Muerte_by_PonDeReplay

Este fragmento pertenece al libro “Malinche” de Laura Esquivel.

Está basado en la biografía de La Malinche (Malinalli),
personaje historio conocido por ser la amante de Hernán Cortés,
y que ejerció de interprete entre españoles y aztecas durante la Conquista.

... nacemos cuando el viento entra en nosotros,
y morimos cuando el viento abandona nuestro cuerpo.

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