Apenas queda silencio en el mundo
y, apocados a un esquema sinuoso
de palabras sin sentido, gritos agónicos
y ruido enmascarado de sentimientos,
nos diluimos en nuestra ilusoria permanencia,
siendo palíndromos sin pies ni cabeza,
principios y finales alternos
cuya única función es encontrarse
en un centro ajado, cansado de ser presente.
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