lunes, 17 de octubre de 2011

Gato de Schrödinger, un clásico de la mecánica cuántica...


Por culpa de ese gato... 

hoy no sé dónde estoy y quién soy...

Todo es una duda y una probabilidad

¡¡¡ MIAU... y recontra MIAU...!

 Al propio Einstein le costaba sobremanera aceptar lo que él tildaba de “telepatía cuántica” cuando se refería al hecho de que dos partículas ubicadas en hemisferios distintos pudieran estar afectadas
 por la misma emoción o fuerza. 

Desde entonces, es cierto que nada es del todo seguro.

 Una cierta incertidumbre –la del mundo cuántico– afecta también 
a las supuestas certidumbres del mundo macro ya conocido.

Los que hemos intentado penetrar en las raíces del amor, 
aquellos que hemos comprobado multitud de veces lo que les pasaba 
por dentro a dos seres enamorados, debemos agradecerles a la física cuántica lo que nos han regalado sin saberlo.

El concepto de dos bits afectados el uno por el otro, a pesar de estar en hemisferios distintos, ha dado lugar en física cuántica al llamado entanglement o “compactación”; con toda seguridad, entendemos mejor desde entonces lo que ocurre en el alma compactada de los enamorados, así como la imposibilidad en que se encuentran de conseguir desprenderse del apego del otro para que su mundo no esté afectado por él o ella.

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