El viento se calló
por miedo a interrumpir
el átono quejido
de los axones
que como líneas paralelas
crecían en el espacio
de mis silencios.
El viento se ha exiliado
con los que no se rinden
cuando el fuego es distinto.
El viento se rió
de mi fragilidad
y sin mediar palabra
le di un golpe.
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