martes, 28 de febrero de 2012

Era uno, y era dos, y a veces, era tres.


Era uno, y era dos, y a veces era tres personas. 
Pero siempre la misma, el mismo cuerpo, el mismo gesto.

La misma mirada.
Era tres, y era dos, y a veces era uno, sin nunca decidirse por nada,
 jugarse por nadie,
 conocer nada, sabor a nadie.

Siendo, simplemente, él. Sea quien sea, sabiendo, quizá, 
muchas cosas, ignorando,
 tal vez, muchas otras.

Pero nunca lo podremos saber, porque de su boca, nunca,
 ni una palabra, supimos escuchar.

Era uno, y era dos, y a veces, era tres.

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