El neutrino es quizás la partícula con el nombre más apropiado: es pequeño, neutro, y pesa tan poco que nadie ha sido capaz de medir su masa todavía.
Los neutrinos están entre las partículas más abundantes en el universo; hay 700 millones de ellos por cada protón.
Cada vez que los núcleos atómicos se unen (como en el sol) o se dividen (como en un reactor nuclear) producen neutrinos.
Incluso un plátano emite neutrinos, que provienen de la radioactividad natural del potasio en la fruta.
Sin neutrinos el sol no brillaría y tendría elementos
más pesados que el hidrógeno.
Una vez producidas, estas partículas fantasmales casi nunca interaccionan con otras partículas. Decenas de billones de neutrinos solares atraviesan tu cuerpo cada segundo, día y noche, pero no puedes sentirlos.
Los teóricos predijeron la existencia del neutrino en 1930, pero los experimentadores tardaron en descubrirlo 26 años.
Hoy, con abundantes y usualmente contradictorias teorías sobre la naturaleza del neutrino, los experimentadores están intentando determinar la masa de la partícula, cómo interacciona con la materia,
y si el neutrino es su propia antipartícula.
Algunos piensan que los neutrinos podrían ser la razón de que toda la antimateria desapareciera después del big bang,
dejándonos en un universo de materia.
Así que si queremos entender el universo,
deberíamos entender mejor el neutrino.