
La almohada de Mario siempre fue blanda, por eso ni bien apoyaba la cabeza,
y aunque le dolieran los nudillos, se dormía de inmediato, sin culpa.
Sin embargo, la almohada de María era dura.
Desde que se casó con Mario le costó dormir.
Generalmente le dolía la cara, la cabeza, el estómago, la vida.
Cansada de esta situación, una noche, ni bien Mario se durmió,
ella, que reposaba a su lado, apoyó su almohada dura sobre la cara de Mario hasta que le dolieron los nudillos.
Recién entonces, María durmió profundo hasta el día siguiente, sin culpa.