sábado, 15 de diciembre de 2012

Pero mientras tanto...

La verdad es que uno no sabe que cartas le darán, y menos las que tendrá 
la persona al frente.
 La travesía que se toma para incursionar en territorio desconocido apuesta 
y se tambalea entre la fortuna y el que le diré. 
Hay quienes embriagan a la valentía mientras que otros la disfrazan 
con palabras al oído o manos en lugares urbanos. Juzgue usted.
Sin embargo el teatro que se desarrolla entre el plural de Afrodita y don Juan, resulta historia de nunca acabar y por demás desgastada, al menos hasta que aparezca quién se atreva a contarla de forma distinta, desembocará
 en las mismas aguas. 
Realmente no hay cuentos nuevos, solo juglares intrépidos que hacen malabares para distraer del final previsto. 
Quién te cante la mejor versión de los mismos sonetos se lleva
 el premio con daños colaterales incluidos.
Las mentiras solo dañan en el tanto que te las creas, y las verdades duelen cuanto más desconfías de las mismas.
 Es inevitable la tentación de balancearse en esa cuerda que más que floja,
 se tensa con la convicción con se pisa. ¿Y los dolores?
 A esos los cura el vivir lo suficiente para aprender a conllevarlos. Inevitablemente la perspectiva cambia, pero nadie reza que son los mismos ojos los que mirarán hasta que la brisa te los cierre.
Al acercarme al final de esta entrada, me llaman los cantos de sirenas, 
las cenizas sin ave fénix, los poetas despojados de musas, los arcoíris 
en invierno, la radio sin internet, los sueños con insomnio, las putas perfumadas y las santas inmaculadas, los placeres y las complicidades, la mentira
 de la verdad, los amores de cigarrillo,
 la inmortalidad de Romeo y Julieta, y las alegrías efímeras de la ignorancia,
 los besos robados en las camas viajeras, los romances de verano y el café
de invierno, el tú conmigo y el te amo yo...
 Pero mientras tanto, seguiré escribiendo hasta que los peces de la inspiración sean libres de nadar en el vasto océano de la imaginación.