Suceden instantes, pellizcos de vida como mordisquitos irregulares.
Mullidos como un colchón de plumas.
Contener la urgencia es un sutil martirio,
como la condena del deseo al purgatorio.
Un intento frustrado de poner freno al estado poroso por donde se filtran sin remedio los sueños, los destellos atropellados del cosquilleo.
Dame la mano, y guárdame un rincón en tus besos.
Quiero saltar lejos…
Amarte, y ascender breve por la escalera del viento hasta el otro lado.
Destilarme gota a gota en tu calor... y evaporada la piel, ser volátil entre tus dedos.
Nube silenciosa posada en el cielo de tu boca.
Y pasear por las cornisas, como un caracol sin casa, convertido en huérfano de un futuro cierto, para demoler la cima de la sombra, donde anidar breve, en ese mullido hueco para nosotros.
Guárdame un rincón en tus besos...Que yo te haré sitio en mis labios.