El ego, del latón Egisum Egolatrham, es un compuesto reticular que se adhiere
al vórtice de la personalidad.
De densidad variable según el portador, mantiene sin embargo estructura similar
en todos los casos: orbitales moleculares difusos, oblicuos, parapetados,
siempre en número par amarrados a una cuerda que se tensa y destensa según
las circunstancias, confiriendo al conjunto un movimiento tipo yo-yo.
Se dice que posee la función de anclarnos al samsara para impedir la levitación del éter comatoso y/o puntual, produciendo la identificación del Ser (ente ficticio o real) con el Yo. En la tradición budicodevótica, el ego desaparece mediante la meditación,
la humildad y la impermanecia (prácticas a las cuales el ego tiene aversión y durante las cuales muere brevemente por asfixia e inanición).
Los efectos más comunes del ego son:
1.- Empequeñecimiento del universo en un punto que suele coincidir con el ombligo
(ego embrionario).
2.- Ensanchamiento de las clavículas dando la sensación de que uno no cabe en sí mismo
(ego explosium).
3.- Visión borrosa (ego ciego).
4.- Defecaciones escasas con o sin dolor ( ego que te cagas).
