sábado, 29 de junio de 2013

Naranja & Azul... del saco de mis pensamientos. (29094)


A veces la vida en vuelo rasante 
hace un picado y ataca inesperadamente.

Sin previo aviso, sin opción.
 Rasga de lado a lado, sin compasión.

Por la brecha abierta, 
sin a penas enterarte
entra un naranja almizcle envolvente,
suavemente húmedo, 
dulce, tenue, pringoso.
Impregnándote entera 
de ámbar brillante.


Sin ofrecer resistencia quedas encapsulado. 
Atrapado por bruma mágica de adormidera,
 rodeado de una narcótica calidez paralizante.


Embriagado...
Por un burbujeante 
cielo dorado. 
Entre 
besos,
 bisbiseos,  
  susurro de olas, 
  caricias  saladas,
   brisa de mar en calma.
Apurando hasta el fondo la copa
de un sol moribundo en el ocaso
que escurres hasta la última gota.
Para emerger en el amanecer 
celeste de algún archipiélago
del horizonte estrellado.


Aterrizando sin saber 
ni cómo, ni cuándo
entre millones de granos de arena.
Escrita en naranja de olas, diluida,
derramada, confundida con ella.


Mientras una luz áurea cegadora 
ilumina todo de oscuridad brillante. 

Radiante, fosforescente,
poseído no ves nada.
 Ciego completamente.



Estando así no importa...

Si te pinchan, cortan o trinchan.
Da igual si te rompen en trozos grandes
pequeñitos, lonchas o cachitos.


Si te vuelves hormiga o mariposa,   
avestruz, pájaro listo o boba.
Estás  ida, anestesiada 
mirando absorta las olas.


No importa si trepan sobre ti o escalan.
Si lo hacen de arriba a abajo, de cara,
al biés o de perfil, no importa nada.


Abrasado vivo y aún así helado. 
Consumido entre nubes. 
Evaporado.


Desgraciadamente...
Bajo máxima presión
 el vidrio estalla. 
Rompe en mil pedazos
hecho añicos. 

Era previsible. El naranja entre olas, muta a azul
grisáceo, plomizo y de lo cálido, pasamos al frío.


La tormenta se cierne...

Sorda, sin ruido,
todo se apaga,
se vuelve oscuro.

El cielo se rasga en cortinones húmedos.
Fosforescencia irisada volatilizada, humo.
La brecha desgarrada en carne viva
llora desangrada lágrimas de lluvia.



Y una inundación grisácea lo envuelve todo.
El ámbar dorado infectado de humedad
ahoga al naranja en azul mustio,
desvaído, muerto, sin brillo.


Justo entonces...

Aparece Cronos al rescate
con su cola mágica de instantes, 
semanas, quizá años, tal vez meses.
Suave, poco a poco te pega despacito.

Mientras 
fragua el pegamento
de segundos infinitos...