viernes, 30 de agosto de 2013

Nos enamoramos en un viaje cuántico. (30181)


Nos enamoramos en un viaje cuántico.
 Los viajes cuánticos duran apenas un instante, tanto como un parpadeo.
 Yo hacía el trayecto Marte - Saturno y ella hacía Tierra - Neptuno,
 la última parada de la línea en aquella época. 

Todos los días era la misma historia, subía, la buscaba entre
 la muchedumbre, me sonreía y pum el viaje se acababa. 
Pero hubo una vez que el viaje cuántico duró cinco largos minutos. 
Hacía bastante tiempo que ningún viaje, sobre todo el subte cuántico,
 se demoraba tanto. Para todos fue una calamidad. 

Dicen que aquello se debió a un paro sorpresivo iniciado por el sindicato de droides. Sería uno de los hechos destacados que iniciarían más tarde la revolución de los droides. 

Sin embargo, para ella, y para mí, fueron cinco minutos inolvidables.
 Por fin podía observarla en detalle, acercarme y respirar el mismo aire que ella respiraba. Llegamos a cruzar un par de palabras, las necesarias.

 El servicio se reactivó y antes de que pudiera decir nada más estábamos en Saturno. Nos quedamos en el quantum y seguimos hasta el final del recorrido sacrificando instantes para seguir juntos. Nos bajamos en Neptuno. 

Tomados de la mano salimos de la estación y escapamos hacia 
los deslizadores tubulares. 

Sólo voy a decir que nos perdimos en una de las tantas cuevas de hielo
 de Neptuno donde la presión es tanta que el tiempo se detiene, 
tanto que los instantes pueden durar para siempre.