jueves, 22 de agosto de 2013

Penrose y el Nuevo Big Bang “La otra Historia del Tiempo” (30025)


Me cuesta creer en la singularidad de una estrella, no digamos ya en la del universo entero, y para colmo, siempre aparecen envueltas en una censura cósmica, tanto la una como la otra.

Siempre se han barajado teorías sobre el inicio del universo -si es que lo hubo- y sobre su final.

 La teoría del Big Crunch quedó descartada cuando se comprobó que el universo no tiene suficiente fuerza gravitacional para contraerse sobre sí mismo, lo que invalida de paso la teoría del universo oscilante de Richard Tolman (Un Big Bang seguido de un Big Crunch,
 seguido de un Big Bang, etc.).




La teoría del Big Rip postula que el universo acabará desgarrándose por efecto de la Energía Oscura y es cuando menos, inquietante –ahí queda eso-.

Y ahora, Roger Penrose, afirma haber encontrado pruebas en el fondo cósmico, de que el tiempo y el espacio no se crearon con el Big Bang.

La Teoría

Según Penrose (físico teórico de la Universidad de Oxford), el Big Bang no fue el inicio del tiempo y el espacio, sino uno de tantos inicios, pero de fases o etapas dentro de un universo mucho más viejo, y en el que cada Big Bang marca el inicio de un nuevo eón en su historia.

 Es tanto como decir que los 13.700 millones de años de nuestro tiempo, en los que han surgido estrellas, planetas y la vida; son una pequeña fracción de la vasta historia del universo.


Por supuesto, semejante afirmación viniendo de un físico tan prestigioso, ha de estar respaldada por algún tipo de observación empírica, y en este caso, se basa en los resultados obtenidos de la sonda WMAP de la NASA por el físico Vahe Gurzadyan del Instituto de Física Yerevan en Armenia, quien analizó datos de microondas de siete años procedentes de la sonda, así como datos del experimento de globo BoomeranG de la Antártida.

Los Datos

Penrose y Gurzadyan parecen haber encontrado círculos concéntricos que corresponderían a regiones del fondo cósmico de microondas, cuya temperatura de radiación es notablemente menor que en el resto. 

Ondas gravitacionales que empezaron antes del Big Bang y se extendieron por un corto periodo en nuestro eón, digamos unos 300.000 años.


No se debe confundir esta teoría con la del universo oscilante de Tolman.
 La teoría de múltiples Big Bang seguidos de múltiples Big Crunch en un universo que se contrae y expande repetidamente, postula que para que esto ocurra, el universo ha de ir “marcha atrás” hasta colapsarse de nuevo en el punto minúsculo que supuestamente fue. 

Sin embargo, Penrose postula que el universo no se contraerá sobre sí mismo, sino que alcanzará el estado de “muerte térmica” aceptado hoy, momento en el que sus condiciones de entropía mínima serán casi idénticas a las del inicio de este eón. 

Es decir, al estado inicial que presentaba nuestro universo cuando se produjo el Big Bang.


Penrose se basa también en el hecho de que los agujeros negros destruyen toda la información que almacenan y conforme el universo se expande, éstos se evaporan eliminando la entropía del universo. 

Tanto Penrose como Gurzadyan, creen que las ondas gravitacionales impresas en el fondo cósmico de microondas, son fruto de la colisión de los agujeros negros del anterior eón, cuando el universo se hizo infinitamente grande, para a continuación, hacerse infinitamente pequeño y estallar en un nuevo Big Bang. Nuestro Big Bang.



Es más, afirman que estos círculos son como ventanas que nos dejan ver el anterior eón a través del Big Bang

El problema de la teoría es que invalida por completo a la teoría inflacionaria, ya que ésta defiende que las variaciones de temperatura del fondo cósmico deberían ser aleatorias, Gaussianas, y no perfectamente discernibles como formas concretas.



La comunidad científica ya se ha puesto en la tarea de cuestionar dicha suposición, cosa normal por otra parte, y hay quién duda de que todas las partículas lleguen a perder su masa en el futuro lejano. 

La controversia está servida.



Aún así, parece una teoría acorde con las predicciones actuales no carente de elegancia y de datos mensurables, y el prestigio de Penrose,
 bien vale el beneficio de la duda.