sábado, 24 de agosto de 2013

Pocos sirven para este oficio (30068)


Lo contrario de un relato no es el silencio o la meditación, sino el olvido. 

Siempre, siempre, desde el principio, la vida ha jugado con el absurdo.

 Y dado que el absurdo es el dueño de la baraja del casino,
 la vida no puede hacer otra cosa que perder.

 Y, sin embargo, el hombre lleva a cabo acciones, a menudo valientes.

 Entre las menos valientes, y no obstante, eficaces, está el acto de narrar. 

Estos actos desafían el absurdo y lo absurdo.

 ¿En qué consiste el acto de narrar?

 Me parece que es una permanente acción en la retaguardia contra la permanente victoria de la vulgaridad y la estupidez. 

Los relatos son una declaración permanente de quien vive en un mundo sordo.

Y esto no cambia. 
Siempre ha sido así. 

Pero hay otra cosa que no cambia, y es el hecho de que, de vez en cuando, ocurren milagros. 

Y nosotros conocemos los milagros gracias a los relatos.