Lo contrario de un relato no es el silencio o la meditación, sino el olvido.
Siempre, siempre, desde el principio, la vida ha jugado con el absurdo.
Y dado que el absurdo es el dueño de la baraja del casino,
la vida no puede hacer otra cosa que perder.
Y, sin embargo, el hombre lleva a cabo acciones, a menudo valientes.
Entre las menos valientes, y no obstante, eficaces, está el acto de narrar.
Estos actos desafían el absurdo y lo absurdo.
¿En qué consiste el acto de narrar?
Me parece que es una permanente acción en la retaguardia contra la permanente victoria de la vulgaridad y la estupidez.
Los relatos son una declaración permanente de quien vive en un mundo sordo.
Y esto no cambia.
Siempre ha sido así.
Pero hay otra cosa que no cambia, y es el hecho de que, de vez en cuando, ocurren milagros.
Y nosotros conocemos los milagros gracias a los relatos.