Y ahora estábamos allí los dos, mirando boquiabiertos los tanques con los peces.
Comprendí que una sensación cálida, de contornos confusos,
avanzaba hacia nosotros.
Una señal suspendida entre nosotros como un vapor.
-¿Sabes? Lo he estado pensando
No había nadie, los únicos que podían oírnos eran los peces luna-.
Creo que siempre te he querido.
Me quedé en silencio.
Era como si de pronto todas las cosas me resultaran cercanas.
Los edificios, la barandilla, mis manos.
La visión de las cosas que da el amor.