Esto lo escribí en un post que ya no me acuerdo ni el mes,
ni el año, pero sí la sensación.
Otra vez lo mismo.
Eso de hurgar en el teclado, rasgar el vidrio de mis lentes, del monitor, de la ventana y sólo incomodar a mis dientes con ese ruido que hacen las uñas provocando irritación al escucharlo.
Manoseo pensamientos hasta dejarlos mugrosos.
Quedan ajados en el umbral de mis silencios.
Escarbo. Esto no es escribir.
Palpo una posibilidad que me conmueve.
Ahí está la punta del hallazgo. Tiro un poco
Viene algo. Ya no escribo.
Busco tibiamente la manera de contarlo y todo lo tibio, se vuelve flojo.
Vano. Mejor no escribo.
Sigo con ese trabajo íntimo de remover espumas o nieves eternas
o telarañas.